Por muchos años tuve la fortuna de trabajar año tras año en Banco de México un curso que parecía nada redituable por ser dirigido a aquellos que estaban por pensionarse.
Normalmente una capacitación debe ofrecer alguna ganancia a la postre de impartirlo; nuevas competencias o actitudes a aplicar en los equipos de las organizaciones ya que resulta ser una inversión importante de tiempo operativo y de dinero.
Este curso llamado “Preparación para el retiro” tenía 3 grandes rubros y se extendía a casi un mes de trabajo arduo para estos colaboradores, uno que hablaba del enfoque de salud física e iba un Médico (por lo general Geriatra) para dar una exposición de las enfermedades que se comenzaban a desarrollar en la 3era edad y algunas recomendaciones preventivas.
El siguiente consistía en un módulo de finanzas para comprender que su relación con el dinero iba a cambiar y los rendimientos de sus pensiones, entre otros aspectos. El tercero del cual estaba a cargo era el enfoque emocional y los fenómenos sociales y culturales que permeaban este momento tan peculiar de la vida. Habría mucho que contar pero sobre todo desde la perspectiva de que trabajaba con todo el personal: Desde funcionarios hasta personal de comedores y guardias de seguridad, lo que hacía que los foros fueran muy ricos en perspectivas y puntos de vista diversos.
Algunos fenómenos que me percaté fueron que la gente por lo general no contempla el tremendo cambio que implica romper una rutina de 25 o 30 años que en psicología solemos llamar “ritualización” o cotidianidad como gusten llamarlo. El mecanismo de negación es no considerarlo hasta que llega. Cuando busqué bibliografía en 2006 me sorprendió encontrar muy pocas fuentes en México, poca investigación al respecto y poco interés de las empresas en implementarlo (hasta donde yo sé sólo PEMEX, Coca-Cola y Bimbo lo implementan también).
Pero algo debió mover a estas organizaciones a implementarlo, ¿quieren saber que fue?, los comportamientos del recién pensionado de no hallarse en casa, de no avisar a sus familiares y seguir poniéndose el traje para meterse durante la jornada laboral a un café con otro grupo de jubilados, depresión y vacío existencial o lo peor de todo: la muerte prematura (1 o 2 años posteriores) sin razón aparente, desarrollo de enfermedades silenciosas dicen los médicos.
Los recientes estudios e investigaciones muestran que la mujer es más funcional en la jubilación y se adapta más rápido a dicho cambio, quizás por su connotación cultural en la cual a pesar de laborar sigue muy vinculada con las labores del hogar y crianza de los hijos. En el caso de los hombres la historia es muy distinta y la adaptación se dificulta un poco más. No encuentran un “sitio”, no tienen un plan B y la forma de ser mirados en su entorno social cambia radicalmente.
Por esta razón ese módulo de cultura emocional es tan relevante, pues se les transmite uno a uno desde un foro común los diversos enfoques de esta etapa e incluso se le da una connotación positiva desde la etimología de la palabra (jubilación=júbilo “el recreo de la vida, la gran recompensa”) y no con esto deja de ser complicado dejar atrás una etapa que los llevó a crear un hogar, bienes de todo tipo y la tranquilidad en muchos casos de dejar a sus hijos con una educación superior garantizada, pero las cosas materiales no lo son todo y si no hay una inversión hacia el interior (introspección) no pueden voltearse a ver cuales son sus grandes misiones de vida para continuar dando sentido a su existencia.
Esta etapa pandémica nos ha dado una especie de simulacro de lo que puede significar esa etapa y lo más importante es que nos ha llevado a inspirarnos para crear en forma creativa nuevas tareas, actividades y conquista de nuevos proyectos, porque esta vida no se termina hasta que se termina… ¿no creen?
En Quality Consulting brindamos este y otros muchos talleres de desarrollo humano y organizacional que pueden llegar a ser la gran diferencia para usted y sus colaboradores.
Muchas gracias…
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